miércoles, 14 de diciembre de 2011

Gente que llora

Situación: Terminal de Retiro, 9.35 hs. esperando que de alguno de los altavoces se anunciara el colectivo que llevaría a mi madre hasta Entre Ríos, eso sí, esperábamos, primero, que llegáramos a entender la voz del tipo que estaba atrás de los micrófonos, porque (por mucha voz de locutor que haya querido usar) no se le entendía un catso.
Pasa un señor de pocos pelos blancos. La voz de una mujer se escucha "¡Pedro! (espera, mientras el tipo se da vuelta).... .... Ah, perdón, me confundí". El señor la mira raro y le dice "pero yo soy Pedro", "ah, te llamas Pedro también?", "si", "mira que coincidencia, pero me confundí, mil disculpas". El señor se aleja.

Después de unos cinco minutos, la mujer empieza a llorar, pero a llorar mal. Con mi madre no sabíamos si era por "Pedro" o qué, pero estaba muy compungida.

Sentí muchas ganas de acercarme y consolarla, aunque sea un poco. Pero no pude.


martes, 13 de diciembre de 2011


Tengo que actualizar esto. Ponerle onda.
Hace mucho que no escribo. Un choto. Nada más que un diario, con anotaciones pedorras, de momentos o cosas no menos bizarras que aquellas (y estas) lineas. Hace mucho que no escribo. Y el diario... bueno, es una cosa un poco escabrosa.
La nada es tan placentera como incomoda. Nunca imagine que el silencio pudiera herir de tal manera. Los párpados se caen solos, como dormidos, cuando no hago más que caminar y caminar por cualquier lado. La impaciencia que me aplasta, se ha vuelto más pesada, más insistente en compañía de la nada idiota.
Aburrido. Y en silencio. ¿Acaso me estoy doblando?. ¿Quién juntará mi voz después del tembladeral silencioso?.
¿Acaso el frío que obtengo de los cuerpos se intercambia? ¿Se transforma?.
En el espejo, nada hay. Busco un reflejo. Nada.
En el horizonte, ¿qué hay? Llamo al eco. Silencio.